Hace más de 15 años que el caso Enron sacó a la luz lo que había en las entrañas de algunos órganos de gobierno corporativo. En aquel entonces, los sillones de la junta directiva eran muy codiciados, había altas recompensas por un esfuerzo limitado. Después llegaron las medidas legales, con la Ley Sarbanes-Oxley como buque insignia.

Una de las principales consecuencias de las decisiones tomadas, a raíz de aquellos escándalos, por los órganos legislativos, ha sido que, hoy en día, los directores se enfrentan a una mayor responsabilidad legal si incurren en falta de atención y, por lo tanto, les corresponden mayores cargas de trabajo.

En este contexto, ¿cómo se puede apoyar a los órganos de gobierno de una empresa para que alcancen sus objetivos, cumpliendo la legislación vigente?

En primer lugar, es muy necesario que consejos de dirección y junta directiva hayan sido pensados y diseñados para adecuarse a la realidad de la corporación y con el principio de transparencia como bandera. Además, se han de desarrollar procedimiento, políticas y mecanismos de accountability al servicio de los objetivos de negocio e hitos estratégicos. En paralelo, las más altas capas directivas precisan de acompañamiento y asesoramiento periódico y en algunos casos se habrán de crear comités   y   mecanismos de empoderamiento corporativo. Por supuesto, también se han de fortalecer y potenciar los principales órganos de gobierno y la estructura directiva a nivel colectivo e individual. En este último caso resulta de interés, la selección de atributos clave de gestión estratégica necesarios para una excelencia y desempeño óptimo del máximo órgano de gobierno organizacional.

Con el entrenamiento necesario, los sistemas adecuados y un apoyo profesional y de valor, se estará en la senda del buen gobierno, que reforzará a la organización, inculcará valores éticos internamente y exhibirá un comportamiento confiable, transparente y sostenible al entorno.

Las reuniones de los Consejos Directivos en Netflix

Como caso real para esta práctica, recogemos las ideas publicadas en Harvard Business Review sobre cómo se han rediseñado las reuniones de la junta directiva en Netflix, a través de dos únicas prácticas:

  • Los miembros de la junta asisten periódicamente (como observadores) a las reuniones de los seniors managers, mensual y trimestralmente.
  • La comunicación con la junta se presenta en forma de un breve memo on line, que permite a los directores hacer preguntas y comentarios dentro del documento. Los ejecutivos pueden enmendar el texto y responder preguntas, lo que implica que se está ante un documento vivo.

Como señala el fundador y CEO de Netflix, Reed Hastings, sobre la implicación de proporcionar un amplio acceso los temas de debate de los ejecutivos «es una forma eficiente para que la junta entienda mejor a la compañía«. Además, la perspectiva de Netflix sobre su estrategia de Gobierno Corporativo es coherente con su cultura organizacional basada en las iniciativas individuales, la información compartida y el objetivo en los resultados y no tanto en los procesos.

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