La llegada de septiembre supone un momento de inflexión en el que los cuadernos se llenan de notas y en los órganos directivos de muchas empresas se apuesta por abordar en la nueva temporada cambios sustanciales que conduzcan a implementar productos, servicios y, por supuesto, aumentar la cuenta de resultados.

Cuando se habla de transformación, en los últimos tiempos, automáticamente viene a la mente el calificativo digital. Sí, es cierto, la transformación digital se puede entender como una revolución industrial y es realmente interesante, en tanto que no solamente comprende una apuesta por la tecnología, sino por la cultura de la organización, por la adopción de nuevas formas de diseñar procesos y por competencias concretas que las personas habrán de desarrollar para el nuevo entorno.

El símil de la transformación digital nos puede ayudar a comprender cómo han de abordarse otro tipo de transformaciones en las organizaciones. Supongamos, por ejemplo, que en nuestra empresa hemos invertido en la última tecnología, se han comprado los smartphones más modernos del mercado y los CRM utilizados son increíblemente potentes. Y, sin embargo, los primeros solamente se usan para hacer llamadas y los segundos para ver la lista de leads. ¿Qué está ocurriendo? Que hemos invertido en software, pero no en dotar al talento de la organización en los nuevos hábitos que el día a día habrá de adquirir para un mejor aprovechamiento de esa tecnología,

Antes de abordar un proceso de transformación en la organización, es imprescindible “tomar temperatura organizacional” y hacernos preguntas como:

  • ¿Cómo de alineado está el comité ejecutivo para funcionar como palanca de activación y tracción con el resto del equipo?
  • ¿Cómo es el nivel competencial del talento interno a fin de ponderar con tino si nos vamos a topar con un cambio escalonado o disruptivo?
  • ¿De qué recursos dispongo?, tiempo y dinero como variables clave para afrontar cualquier plan de transformación.

Una vez iniciado todo el proceso, ayuda contar con un acompañante que sirva como catalizador del cambio entre los líderes de la organización se ha vuelto cada vez más clave y necesario.

Con todo esto, estaremos alcanzando una transformación real y no solamente en las formas. Volviendo a las metáforas tecnológicas y también a nuestros años de colegio, sería una lástima contar con aquellas enormes calculadoras científicas y solamente utilizarlas para sumar, restar, multiplicar y dividir. Empecemos con estas reflexiones el nuevo curso y vayamos dándoles respuesta a lo largo de todo el año.

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