¿Y si pudiéramos diseñar nuestro puesto de trabajo para que sea el que siempre soñamos? Puede sonar a utopía, pero varios autores de diversas universidades estadounidenses (Yale, Michigan y Stanford) han desarrollado el concepto job crafting, lo que viene a ser “elaboración del trabajo”. Más bien estaríamos hablando de reenfocar lo que se hace de una manera proactiva, para adaptarlo a las necesidades y acercarlo a las aspiraciones y expectativas personales.
Los creadores del job crafting; Amy Wrzesniewski, Jane Dutton y Justin Berg; afirman que el talento de una organización establece una relación directa entre su identidad personal, el trabajo y su capacidad de compromiso. Por eso, defienden que si desde la empresa se fomenta cierta independencia para que los colaboradores puedan modificar, en cierta medida, sus puestos de trabajo, aumentarán los niveles de engagement, de satisfacción laboral, y en general, se potenciará el crecimiento de la corporación.
¿Cómo llevar a cabo un proceso de job crafting? Como se ha señalado, la clave reside en fomentar la proactividad dentro de la organización. Un job crafter podrá influir en los límites de sus tareas, asumiendo algunas nuevas o tratando de abandonar otras, así como será capaz de decidir la mejor manera de llevarlas a cabo. La flexibilidad afecta también a las interacciones interpersonales, así un job crafter es proactivo en decidir con quién se relaciona para cumplir con sus responsabilidades. En nuestra opinión, el tercer pilar, el cognitivo, en el que se sustenta esta teoría es el más enriquecedor, puesto que señala que la percepción que se tiene del propio trabajo es fundamental.
Quizá a través del job crafting se consiga aquello que decía Confucio de “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.